El cáncer del testículo es el tumor más frecuente en los hombres de 15 a 35 años de edad. También se da con frecuencia en mayores de 60 años. Los factores de riesgo del desarrollo de estos tumores son la criptorquidia (testículo oculto) congénita, aunque se haya tratado quirúrgicamente, haber tenido un cáncer en el otro testículo y la historia familiar de este cáncer. De todos los tipos de cáncer, el cáncer de testículo es el que tiene un mejor pronóstico y mejor respuesta al tratamiento.
¿Cuáles son sus síntomas?
Generalmente aparece como un bulto en un testículo, no doloroso, pero también puede detectarse a raíz de un dolor testicular, sensación de pesadez o dolor sordo en el abdomen inferior, espalda o ingle o por una acumulación repentina de líquido en el escroto.
El médico puede sospechar la presencia de un tumor por la palpación testicular, pero se apoyará en la determinación de marcadores tumorales en sangre (alfa-fetoproteina, beta-HCG y LDH) y en el examen ecográfico del testículo.
Ante la sospecha, el urólogo puede recomendar la congelación de semen si hay deseo de tener descendencia y la extracción del testículo a través de una incisión en la ingle y estudio histológico en el microscopio para determinar la presencia de células cancerosas.
¿Cuál es su tratamiento?
El pronóstico y la selección del tratamiento dependerá de la etapa en que se encuentra el cáncer de testículo (sí se encuentra en el testículo únicamente o si se ha diseminado a otros lugares), el tipo de tumor y el estado de salud en general del paciente. Generalmente, el tratamiento consiste en la cirugía (orquidectomía radical, con o sin linfadenectomía laparoscópica), con o sin quimioterapia o radioterapia asociada, dependiendo del diagnóstico anatomopatológico (no todos los tumores testiculares son iguales y cada tipo requiere un tratamiento específico).
Es posible recurrir a prótesis testiculares para corregir el defecto estético tras la extirpación del testículo.
Es muy importante que los hombres se realicen un autoexamen testicular una vez al mes para detectar temprano cualquier anomalía. Se debe examinar cada testículo con ambas manos. Colocando el dedo índice y los dedos medianos debajo del testículo y los pulgares encima, haciendo rodar el testículo suavemente entre los dedos pulgar e índice, y comprobando si está liso y firme al tacto. En la parte posterior del testículo se puede sentir la presencia irregular y blanda del epidídimo.